La piratería se ha convertido en uno de los principales quebraderos de cabeza para los gigantes del sector tecnológico. Un ejemplo de ello podría ser la peligrosidad de las claves PIN, ya que son un caramelo para los agentes malintencionados a raíz de las escasas variaciones de los mismos. Ello, sumado a los mil y un casos que vivimos a diario, ponen el foco directamente sobre lo peligrosos que son los dispositivos con a internet si caen en malas manos.
Como señala regiones como Japón descubrieron que llevaban casi un año sufriendo un hackeo masivo, ya que los norteamericanos han dedicado mucho tiempo y recursos a evitar este tipo de situaciones. Sin embargo, la historia de Nathan Laatsch demuestra lo contrario: a pesar de trabajar con la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) del país norteamericano, decidió poner a disposición de un país extranjero información clasificada de alto nivel.
Cayó en su propia trampa
Laatsch, un joven de 28 años, decidió traicionar a Estados Unidos al alegar que estaba en desacuerdo con el gobierno por cuestiones ideológicas. De esta forma, hace escasas semanas ofreció información sensible a un "país extranjero amigo", momento en el que el FBI identificó a Laatsch al estar relacionado con varios errores técnicos básicos. Sorprendentemente, igual que sucedió con las contraseñas de Tulsi Gabbard, su experiencia como analista de ciberseguridad y sus años de carrera no le sirvieron para evitar esta situación.
En el correo que envió, Laatsch fue incapaz de eliminar completamente su identidad: en una credencial oficial aún era posible encontrar información que le relacionaba con el caso. Además, también utilizó correos electrónicos asociados con su nombre, fecha de nacimiento y número de teléfono, un aspecto al que debemos sumar que se conectó desde su dirección IP personal. Sin embargo, no tenían pruebas concluyentes contra él, razón por la que el FBI decidió fingir que era parte del gobierno extranjero. Tras hacerlo, iniciaron una operación encubierta que terminó revelándoles todo lo que necesitaban saber.
Para conservar la información sensible, Laatsch copiaba documentos secretos a mano y escondía las hojas en sus calcetines, una maniobra que utilizaba para abandonar la oficina sin ser detectado. Para su desgracia, fue grabado por las cámaras internas del DIA, una situación que agravó aún más su caso al tener registrados tanto sus movimientos como sus métodos de ocultación. Además, también dejó un USB con información sensible en un parque y dicha acción obligó al FBI a actuar de inmediato. Sorprendentemente, reconoció que no quería dinero, sino que buscaba la ciudadanía del país extranjero al considerar que EE.UU. ya no se puede recuperar a nivel político.
Amazon también sufre con los hackers
Aunque el caso de Laatsch está más relacionado con el espionaje interno que con el hackeo, demuestra que incluso las agencias más sensibles del país pueden llegar a tener problemas con esta situación. Por desgracia, otro gigante de Estados Unidos también se vio obligado a iniciar una investigación delicada, ya que la propia Ars Technica ha hecho hincapié en el calvario que ha experimentado Amazon: sus Fire Sticks facilitan la piratería de contenidos en streaming.
Javier Tebas, presidente de LaLiga, se ha convertido en el adalid de la lucha contra la piratería de contenidos en España. A nivel internacional, Amazon (sin intención alguna de ello) se ha convertido en una de las empresas que más facilitan esta labor, ya que generan pérdidas por valor de miles de millones de euros al año. Además, Facebook, Google y Microsoft también están señalados por permitir, directa o indirectamente, la piratería a gran escala a través de su tecnología y su publicidad:
- Facebook: muestra anuncios de transmisiones ilegales
- Google: no actualiza de forma adecuada sus sistemas DRM
- Microsoft: no actualiza de forma adecuada sus sistemas DRM
- Amazon: el dispositivo Fire Stick facilita la piratería y representa (en regiones como Reino Unido) la mitad del consumo pirata
Sky, uno de los operadores más importantes de los países angloparlantes, calculó que pierde entre 180 y 280 millones de euros por contenido pirateado. Además, esta situación provoca que los s sean vulnerables a estafas, malware y phishing, dado que facilitan información personal a plataformas ilegales. Amazon, por su parte, revela que está colaborando tanto con la policía como con las autoridades para combatir la piratería en regiones como Reino Unido, pero sus movimientos no consiguen frenar la gigantesca ola del contenido robado. Google y Microsoft, por su parte, no han expresado una opinión al respecto.
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